¿Sabías que al utilizar inteligencia artificial (IA) también estás consumiendo una gran cantidad de energía? El consumo energético asociado a la IA ya supera, en algunos escenarios, a industrias tradicionales como la del acero, cemento, productos químicos y otros bienes esenciales.
La inteligencia artificial está transformando nuestro mundo y debería cambiar el sector energético en la próxima década, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Sin embargo, también se señala como uno de los factores más significativos para el aumento del consumo global de electricidad, siendo que, actualmente, solo alrededor de la mitad de esa energía proviene de fuentes renovables.
El entrenamiento de un modelo de IA, que consiste en el proceso en que el sistema aprende a partir de enormes cantidades de datos, consume elevadas cantidades de energía eléctrica y puede prolongarse por semanas o incluso meses. Se estima que entrenar un único modelo de gran tamaño puede emitir más de 500 toneladas de CO₂, valor equivalente a varias centenas de viajes aéreos transatlánticos. En promedio, este proceso consume hasta seis veces más energía que operaciones comunes en ordenadores sin IA.
Incluso después del entrenamiento, cuando las IAs analizan nuevos datos, siguen exigiendo bastante energía. El consumo puede ser dos a tres veces superior al de los ordenadores tradicionales.
No es solo la creación de los modelos lo que pesa en la factura energética. El uso diario por millones de personas también tiene impacto. Por ejemplo, generar una respuesta con IA puede consumir hasta 10 veces más energía que una búsqueda en Google.
Los data centers que alojan y operan estos modelos funcionan 24 horas al día. Un único centro de gran tamaño puede consumir tanta electricidad como 100 mil viviendas, y en algunos casos hasta 20 veces más. Según IT Insight, "la energía eólica y solar son tipos de energía intermitentes, ya que dependen de las condiciones atmosféricas del día, haciendo evidente que los data centers actuales no pueden contar exclusivamente con fuentes renovables, incluso con soluciones de almacenamiento".
La RTP también alerta que "la energía necesaria para el procesamiento de datos de la inteligencia artificial en los centros dedicados a la tecnología se disparará hasta 2030".
Sin embargo, la IA no debe verse solo como una amenaza energética. También es una herramienta poderosa para encontrar soluciones.
Puede reforzar la ciberseguridad, protegiendo a empresas del sector energético contra ataques informáticos.
Puede apoyar el desarrollo de vehículos autónomos, mejorar la eficiencia del transporte público y ayudar en la planificación urbana sostenible.
Puede ayudar a empresas mineras a identificar reservas de minerales esenciales para tecnologías de energía limpia, como paneles solares, turbinas eólicas y vehículos eléctricos.
Así, la IA es una herramienta con gran potencial. Puede ser una aliada, pero solo si se utiliza de forma responsable y con moderación. El desafío está en equilibrar los beneficios de esta tecnología con los costos ambientales que conlleva.
Casos reales de impacto
El impacto del consumo de energía de la IA no es solo un dato estadístico. Ya existen comunidades que sienten directamente los efectos.
Estados Unidos (Iowa y Georgia)
Varios centros de datos dedicados a la IA fueron instalados en estados como Iowa y Georgia, donde la electricidad es relativamente barata. El problema es que estas infraestructuras consumen tanta energía que obligan a desviar capacidad de la red, presionando los precios locales y aumentando la dependencia de centrales de carbón y gas natural. En algunas ciudades, la factura de luz de las familias subió más del 10% tras la llegada de estos centros.
Países Bajos (Zeewolde)
En los Países Bajos, el proyecto de construcción de un mega centro de datos de Meta generó fuerte oposición local. La comunidad de Zeewolde criticó que el centro consumiera tanta electricidad como 1,25 millones de hogares, mientras que la ciudad en sí tenía poco más de 20 mil habitantes. La polémica llevó al gobierno a frenar temporalmente el proyecto.
Irlanda
Irlanda es hoy uno de los mayores hubs europeos de centros de datos. En 2021, la red eléctrica del país ya destinaba casi el 14% de su electricidad a estas instalaciones, valor que podría duplicarse hasta 2030. Esto ha limitado la expansión de energías renovables y ha llevado a restricciones. Nuevas viviendas y pequeñas empresas en ciertas zonas enfrentan dificultades para acceder a electricidad estable, porque la prioridad va para los centros de datos.
Sudáfrica
En Sudáfrica, donde la red eléctrica es frágil y está sujeta a apagones, la instalación de centros de datos internacionales ha generado preocupaciones adicionales. Aunque traen inversión y tecnología, la demanda de energía por parte de estas estructuras agrava los cortes de electricidad que ya afectan a comunidades locales, perjudicando escuelas, hospitales y pequeños negocios.
Estos ejemplos muestran que el consumo energético de la IA no es solo una cuestión global y abstracta, sino un desafío local e inmediato, con efectos visibles en los precios, la estabilidad de la red eléctrica e incluso en la vida cotidiana de las comunidades.
La IA podría llegar a ser parte de la solución para el aumento del consumo energético, pero aún es pronto para prever cuándo esa promesa se hará realidad.
Imagen: Ihor Rapita/Reproducción



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